viernes, 9 de mayo de 2014

Mi pasión por la lectura

Antes de empezar con la reseña de un nuevo libro, he decidido escribir un post sobre mí. Hoy quiero contaros como fueron mis comienzos como lector, porque aunque a día de hoy no lo parezca, yo era muy mal lector, odiaba leer.
Todo se remonta a cuando tenía siete u ocho años, por aquel entonces, no recuerdo muy bien quien, a mi hermana y a mí, nos regalaban libros del “barco de vapor” una colección que muchos recordareis de vuestra infancia y que hoy en día aún podemos encontrar.
Mi hermana siempre fue una gran lectora y estaba leyendo uno para chicos más mayores. Yo por el contrario estaba leyendo un libro que se llamaba “Medesol y las ratas” os contaría de que iba, pero realmente no lo sé, puesto que jamás llegue a terminarlo (decir "terminarlo" es un eufemismo, ya que jamás pasé de la primera página) Todas las noches hacia lo mismo, cogía el libro y leía el título del capítulo en voz alta, luego me dedicaba a molestar a mi hermana mientras ella intentaba concentrarse en la lectura. Lo siento Medesol, te debo una, algún día te terminaré.

Os preguntareis porque os cuento esto, pues la respuesta es muy fácil, quiero explicar que se puede ser mal lector de pequeño y después descubrí que quieres pasar el resto de tu vida dedicándote a leer y a escribir.
Mi despertar en el apasionante mundo de la lectura vino de la mano del que seguramente haya sido el primer libro para muchos “La historia interminable” Puede que fueran aquel mundo fantástico descrito por Ende el que consiguió despertar en mí el gusanillo que hasta el día de hoy no he conseguido acallar. Lo que si sé, es que a partir de aquel libro necesité leer más y más. Yo provengo de una ciudad pequeña, donde su casa de la cultura o biblioteca municipal era, en aquello momentos, poco más grande que le salón de una casa. Con el tiempo fue creciendo, pero no mucho. Yo pasé innumerables horas perdido entre aquellas estanterías. Buscaba libros que llamaran mi atención solamente por su portada o el título, y no miento cuando digo, que entre aquello libros descubrí muchos de las mejores obras que he leído en mi vida. Para que veáis donde empezó todo os dejo este par de fotos, de lo que durante mucho tiempo fue mi templo de inspiración.
 
Fachada de la biblioteca.
Sala de prestamos de adultos.



Puedo decir que hasta el día de hoy han sido tantos libros los que he podido leer que me sería imposible enumerarlos, lo primero porque la memoria me fallaría, lo segundo porque esta entrada se haría más que insoportable (hasta “La Biblia” y “Don Quijote de la Mancha” han pasado dos veces por mis manos y ojos). Solo quiero destacar tres libros que leí tras tomarlos prestados de aquella biblioteca. “El cliente” de John Grisham (aunque parezca increíble aquel libro acababa de salir y lo leí por casualidad ya que aún no era un libro conocido) “La casa de los diablos” de Lucia Baquedano. Lo escogí pensando que se trataba de un libro de terror y cuál fue mi sorpresa al comprobar que se trataba de un libro que me marcaria para el resto de mi vida (No os cuento más, creo que merece la pena leerlo) “Rebeldes” Susan E. Hinton. Que puedo decir de este libro que no se haya dicho ya… Nada. Simplemente fantástico y te hace ver el mundo de otro modo.
 Al igual que estos tres libros, muchos más fueron los que llenaron mis días y me robaron horas de sueño. Todos ellos especiales (tanto para bien como para mal) Y hoy quería rendir un homenaje desde estas letras a aquel pequeño rincón que yo cariñosamente llamaba “la biblio” y que por el módico precio de una foto, me regaló tanta cultura y tanto entretenimiento.


Ojala al leer esta entrada, todo y cada uno de vosotros, recordéis aquel lugar mágico donde descubristeis el amor por los libros. También sabéis que podéis contármelo a través de vuestros comentarios.

2 comentarios:

  1. Pues yo no soy de leyer ya sabes... pero que sepas que me lei tu entrada! un saludo

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  2. Te agradezco que aún no gustándote leer hayas leído mi entrada y espero de todo corazón que la disfrutarás mucho. Gracias por el comentario.

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